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Ubicada en el centro de París, en la Île de la Cité, la catedral de Notre-Dame de París es una obra maestra de la arquitectura gótica y uno de los monumentos más icónicos de la capital francesa. Renaciendo de sus cenizas como un fénix, la catedral sigue maravillando a sus visitantes a lo largo de los siglos a pesar de su tumultuosa historia.
La construcción de Notre-Dame comenzó en 1163, impulsada por el obispo Maurice de Sully, quien deseaba erigir una catedral a la altura de la grandeza de París. Construida sobre los vestigios de dos iglesias anteriores, se elevó progresivamente hasta convertirse, a mediados del siglo XIV, en una de las catedrales más grandes de Occidente. Su arquitectura innovadora, con sus arbotantes y bóvedas elevadas, la convierte en la cúspide del arte gótico.
Entre los elementos más notables de la catedral se encuentran sus tres grandes rosetones, obras maestras del arte del vitral gótico. Los rosetones Norte y Sur, que adornan los brazos del crucero, están entre los más grandes de Europa, con un diámetro de aproximadamente 13 metros. El rosetón Oeste, más pequeño en comparación, aún posee un tamaño impresionante de 9,60 metros y define la icónica fachada de la catedral.
Las gárgolas, presentes desde la construcción de la catedral, funcionan como desagües para evacuar el agua de lluvia. Las quimeras, en cambio, son obras artísticas añadidas en el siglo XIX por el arquitecto Viollet-le-Duc, inspirado por la novela de Victor Hugo, con el fin de aportar una dimensión fantástica al edificio.
La aguja original, añadida en el siglo XIX por Viollet-le-Duc, alcanzaba una altura de 96 metros. Se derrumbó durante el incendio de 2019, pero fue reconstruida idénticamente y reinstalada en diciembre de 2023, devolviendo a la catedral este elemento simbólico.
Después de varios años de restauración, Notre-Dame de París reabrió sus puertas al público el 8 de diciembre de 2024. La entrada es gratuita, pero se recomienda reservar un horario a través de la aplicación móvil dedicada para reducir el tiempo de espera en la entrada. No obstante, las donaciones son bienvenidas para apoyar el mantenimiento continuo de la catedral. La última entrada es 30 minutos antes del cierre, y los horarios de apertura son los siguientes:
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Notre-Dame de París no es solo un monumento histórico, sino también el corazón espiritual de la ciudad, un lugar donde la historia, el arte y la fe se unen para ofrecer a los visitantes una experiencia inolvidable.
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